Salir a caminar para ponerse en forma, no tiene precio, pero que en la mitad de camino te empiece a seguir un perro callejero que no te abandona que es tierno pero que vos no sos una dog's person es impagable.
¿El colmo? que al abrir la puerta entre atrás tuyo tengas que salir a dar una vuelta a la manzana para despistarlo y volver corriendo para que no te alcance. Sí tuve que correr yo que no corro ni el 104 y lo peor de todo es que igual me alcanzó y me quedó mirando con cara de pocos amigos y a mi hasta me dio penita. Pero ojo, no tanta como para quedarmelo...
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