jueves, 29 de abril de 2010
zurdo
Los otros días llego a la facultad, al aburrido teórico de siempre y descubro que a pesar de haber llegado una buena media hora antes, no tengo silla para sentarme. El problema no era el espacio en sí, sino la falta de sillas. Medio dormida como estaba, me armo de fuerzas y con la mochila a cuestas voy a buscar una silla. Voy al corredor y hay una silla ahí, en un rinconcito, esperando por mí. Esa era la mía, ni siquiera había tenido que ir a otro salón a robar una silla. El universo estaba de mi lado... o no. Después de agarrarla y cargarla hasta el salón, justo cuando la estoy depositando en el suelo me doy cuenta que era un banco para zurdos y claro, yo no soy zurda...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)