jueves, 14 de julio de 2011

aconsejame

El mejor consejo que recibió Lou fue este: pintate las uñas.

Capaz que no se entiende muy bien el consejo. Expliquemos mejor la situación en la que se encontraba Lou y rememoremos la historia de Lou con el esmalte.

Lou le plantea a su persona de confianza que tiene un problema (porque se imaginarán que Lou no es de esas personas que acepta consejos que no pidió):
"Ayer de tarde, las vueltas de la vida me llevaron a cortar dos cebollas y hoy de mañana, luego de haberme lavado las manos incontables veces siguen apestando. Tengo miedo de acercármelas mucho a los ojos y quedarme ciega o algo por el estilo. ¿Cómo soluciono este inconveniente? ¿Me corto las manos?"

La respuesta no tardó en venir.
"Yo creo que la solución perfecta sería pintarse las uñas. Capaz que no soluciona el olor pero de seguro te olvidas un poco de tus penas y quedás mucho más linda. Y todos sabemos que emperifollarnos nos hace sentir mejor. Además el olor a esmalte seguro que te sube hasta las nubes."

¿Qué hizo Lou después de esto? Como se imaginarán fue corriendo a pintarse las uñas. De un color chic, gris ponele. Se olvidó un rato de su inconveniente. Se sintió mejor consigo misma y sonrió feliz. Realizó que había acudido a la persona correcta para buscar refugio y consejo. Ninguna recomendación podría haber sido mejor. Salvo, claro está, alguna que efectivamente le hubiera hecho desaparecer el olor, pero bueno, eso es solo un detalle.

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