lunes, 23 de mayo de 2011

subete a mi moto vida mía...

Ok, lo admito, no soy una persona normal, por ende no me pasan cosas normales pero a su vez uno se pregunta  ¿y qué es normal? Porque finalmente, todo es relativo, como decía Einstein.
Pero bueno, a lo que iba era a contar un episodio que viví hace ya algunos meses del que me acordé porque sí nomás hace no tanto.
Yo estaba en el auto con unas amigas yendo al teatro en un barrio que no solemos frecuentar. Queríamos llegar al teatro pero nos estaba resultando algo así como una misión imposible porque no solo no conocíamos  la calle que buscábamos sino que además teníamos que tener en cuenta que existen calles de una sola mano y un montón de etc más.
Entonces vimos a una señora, caminando, y mis amigas decidieron preguntarle a la señora. La señora, bastante simpática, tal vez demasiado simpática para mi gusto nos dice, sonriente, " Yo voy para el mismo lado, si quieren voy con ustedes y las voy guiando". Mi cara, prefiero no imaginarla. Me debo haber desfigurado en un santiamén pero mis dos amigas respondieron, como si fuera normal (palabra totalmente sobrevaluada), que si claro. La señora se sentó en el asiento trasero, al lado mío. Fue todo el viaje charlando. Nos contó que se llamaba Clarita y era del Cordón. Vivía por allí desde siempre y su hija estudiaba medicina y ahora estaba trabajando pero ella le iba a llevar un bolso con ropa y comida para que se cambie cuando termine su turno porque se fue tan apurada la nena que se lo dejó. Mis amigas le decían que suerte que la habíamos encontrado ya que sin ella era bastante improbable que hubiéramos llegado en hora (yo nos tenía más fé, pero bueno...). Clarita, como le dicen en el barrio, también estaba agradecida porque no tuvo que caminar esas varias cuadras con el viento volándole los cabellos.

martes, 10 de mayo de 2011

te reto VI

Te reto a regalarle para su cumpleaños, a un tipo que los necesite, un buen par de huevos. De gallina. Mejor duros así no se rompen. Sería algo bastante buena vibra, como vi que te faltaban...

lunes, 9 de mayo de 2011

conversaciones de personas no tan cuerdas

Como todos saben, las fiestas son el lugar ideal para sacar a relucir toda esa small talk que nunca quisiste tener pero que  eventualmente vas a tener. Acá van algunos fragmentos de estas mágicas conversaciones que tuve en una fantástica fiesta de la que volví creyendo que vivo en un mundo paralelo.

- Hablame en francés.
- ...
- Yo cuando era chiquita viví en Francia, hablame a ver si me acuerdo.
- Bonjour, est-ce que tout va bien?
- Oui, tout va très bien.
- Vous avez aimé le gateau?
- Il est très bon.
- Vous avez besoin de quelque chose?
- Un peu d'eau.
- ...
(Para los que no entienden francés, la señora generó toda una conversación para que le fueran a buscar un vasito con agua...)


- Vos fuiste mi alumna de guitarra.
- Es cierto.
- Eras una alumna muy persistente.
- ...


- ¡Tenés el mismo color de uñas que yo! ¡Somos tocayas de uñas!
- ...


- Qué lindo el vestido de tu hermana.
- Sí viste, hermoso!
- Y, a vos, ¿cómo te queda?
- ...

domingo, 1 de mayo de 2011

fashion...not!

Hermoso día para ordenar el placard. Cada cosa a su lugar. Primero lo vaciamos, imposible caminar por el cuarto sin pisar algo, una remera, alguna musculosa, pantalón de pijama separado de su camiseta... 
De a poco hay que empezar a poner orden. Separar. Remeras por un lado. Pantalones por otro. Polleras y shorts en el centro. División por temporadas. Acá hay ropa que tengo desde los 9 años más o menos. Cosas que compré por impulso y nunca usé pero sigo pensando que tal vez, algún día pueda usar.
Colores que seguramente no quiera volver a usar ni de pijama. Tengo varias remeras naranja de la época en que a mi tía se le ocurrió que el naranja era el color de la temporada. Este período duró como cinco temporadas en la vida de mi tía, y por ende la mía también. Tengo demasiados shorts de surf, que por una extraña coincidencia tienen una mágica tendencia a ser anaranjados con flores blancas. Tengo varias camperas de algodón con cierre torcido, sí, cierre torcido de cuando a alguien se le ocurrió que era cool y otros tantos salieron corriendo a comprar. Polleras con tablas, pero no de liceo (de la época Rebelde Way) y todos los atuendos al mejor estilo Floricienta con mucho, demasiado tul. Nunca llegué a usar mucho estas cosas, digamos que nunca me resultaron cómodas pero aún así siempre tuvieron un lugarcito en mi ropera hasta hoy. Hoy decidí que se van.
También hay toda una gama de rosados y violetas de esa época en que estos colores inundaron las tiendas de mi adorado país. Cinturones con tachas, muchas tachas... ¡Qué épocas aquellas en las que yo seguía las modas tan al pie de la letra! Las remeras cortitas que muestran mi ombligo... 
Tengo que sacudirme un poco la nostalgia y el sentimentalismo y deshacerme de todas las prendas que no usaría en público. ¿Cómo hacerlo? La mejor forma de hacerlo es probarse una a una las prendas en cuestión y mirarse en un espejo bien grande. Lo primero que va a venir a la cabeza de una es: ¿cómo pude haber guardado esto tanto tiempo? ¿cómo pude haber llegado a usarlo? Y así, poco a poco, con un gran dolor nos vamos deshaciendo de todo eso que... seriously?